El mandatario regionalista, Miguel Ángel Revilla, afronta su mayor crisis de la legislatura antes de las elecciones
El escándalo ha salpicado al gobierno social-regionalista de Cantabria, y más concretamente al presidente Miguel Ángel Revilla. En un momento clave de la legislatura, quedando dos meses y medio para las elecciones, la Policía Nacional y la Agencia Tributaria en un operativo conjunto, han decidido dinamizar el gobierno realizando detenciones en la Consejería de Obras Públicas, Ordenación del Territorio y Urbanismo. Eso sí, con el conocimiento del señor Revilla, el cual recibió una llamada a las 7:20 de la mañana del día 22 de febrero de la delegada del Gobierno, Ainoa Quiñones. Ya saben, la corrupción en España surge cuando abundan las relaciones de poder, siendo una práctica muy habitual en la clase política.
Este acontecimiento ha dado un vuelco en forma de ‘sorpasso‘ de cara a los próximos comicios, con lo que el PRC se ha visto obligado a cesar al consejero José Luis Gochicoa con el fin de apaciguar la opinión pública, y de paso frenar el avance del PP. La realidad es que Revilla se encuentra acorralado por la oposición, que ven una oportunidad única de desbancar al ya longevo dirigente por una trama de malversación en su gobierno, algo que él mismo ha desmentido en la última sesión plenaria. «Este gobierno jamás ha cometido un delito, podemos ir con la cabeza bien alta», fueron sus primeras declaraciones.
No quisiera decir que la hipocresía le está comiendo al señor Revilla, pero si alguien insistió en que Mariano Rajoy tenía que dimitir tras los casos de corrupción de su partido fue él, con lo que no hay nada más coherente en esta vida que dar ejemplo y no irse por la puerta de atrás de la política tras más de 50 años siendo un servidor publico. Ahora bien, otra cosa es que quiera que los cántabros elijan en las urnas si blanquean la corrupción o por el contrario, premian la labor de otros líderes políticos. Señor Revilla, está usted ante su última oportunidad de ser recordado mínimamente como alguien honrado que pagó un alto precio por defender la verdad.