3 mitos de la nutrición que seguramente no sabías y que cambiarán tu vida

¿Realmente es bueno consumir alcohol moderadamente? ¿Es cierto eso de que el pan, cuanto menos mejor? ¿O son todo mitos de la nutrición?

Estoy convencido de que a muchos de vosotros os gusta comer, ¿verdad que sí? De hecho, algunos lo llevaréis más allá y lo convertiréis en una pasión. También estoy seguro de que alguna vez os habrán dicho cosas como que  tomar alcohol de forma moderada es muy bueno o que existen dos tipos de colesterol, uno bueno y otro malo. Bueno pues, si no lo sabíais, siento deciros que ambas cosas son mentira. Pero no os preocupéis, no seréis los únicos que creáis esto. Cuando hablamos de comida es muy frecuente encontrar falsas creencias que tomamos como verdaderas, bien porque nos las han contado nuestros familiares o porque nos lo ha recetado el médico. En este artículo os desmentiré tres mitos de la nutrición y os explicaré por qué es tan difícil desmentirlos.

En primer lugar, todos hemos oído alguna vez eso de que tomar una copita de vino para comer es muy bueno. No voy a ser yo quien os prohiba hacer esto, pero sí que os advertiré de que la tan extendida creencia de que tomar alcohol moderadamente es beneficioso para la salud no solo no es verdad, sino que puede llegar a ser todo lo contrario. Este mito presenta dos deficiencias claras. Por un lado, no nos podemos olvidar de que el alcohol es adictivo y puede llegar a convertirse en un problema muy serio y, por otro lado, el término moderadamente es bastante impreciso. Mucha gente se escuda en estudios que supuestamente desmienten esto último. Pues bien, lo que esas personas tal vez no saben es que las industrias de bebidas alcohólicas muchas veces patrocinan esos estudios, por lo que al instante pierden toda su credibilidad.

Por otra parte, el pan es un alimento muy arraigado en nuestro día a día. Lo consumimos para desayunar, comer, cenar o incluso merendar. Sin embargo, ¿cuántas veces nos han dicho eso de que el pan, cuanto menos mejor? Aquí hay que matizar una cosa muy importante y es que el problema no reside en el propio alimento, es decir, en el pan, sino que reside en la calidad de este. No obstante, es más recomendable consumir pan integral que pan blanco, pese a que el consumo de este último sigue siendo muy superior. Algunos de los inconvenientes del pan blanco son la pérdida de su poder saciante, así como muchos nutrientes que resultan beneficiosos para nuestro organismo. Así que ya sabéis, toca acostumbrarnos a tomar cereales integrales, independientemente del tipo de cereal que sea.

Por último, es muy frecuente escuchar comentarios muy contundentes sobre el colesterol, afirmando que existe uno bueno y otro malo. Para empezar hay que romper una lanza en su favor. Pese a que tenemos muy interiorizada la idea de que el colesterol es malo, no es del todo cierto, pues el colesterol como tal no es perjudicial. De hecho, es una molécula imprescindible para nuestro organismo. El problema viene cuando hay un exceso de este, lo que conlleva una acumulación de grasa en la pared arterial y un taponamiento de las arterias. De hecho, ha cambiado la concepción que teníamos respecto a algunos alimentos como los huevos. Antes se les culpaba de causar colesterol y se recomendaba restringir su consumo a una vez por semana. Sin embargo, cada vez más estudios desmienten que los huevos por sí solos sean causantes de un exceso de colesterol y se permite consumirlos una vez al día.

Una vez vistos algunos ejemplos, ahora toca formularnos la siguiente pregunta: ¿por qué existen estos mitos?

Uno de los motivos que permite la proliferación y perduración de estas falsas creencias es el hecho de que todos comemos y, por tanto, cada uno habla desde su propia experiencia. El error viene cuando tomamos como verdad absoluta lo que otros nos cuentan. Otro argumento que esgrimen los defensores de estos mitos es que el médico se lo recetó o se lo recomendó. La cuestión es que antes los médicos no estaban tan preparados como lo están hoy en día, además de que no existían profesiones tan especializadas como dietista o nutricionista. Tampoco podemos perder de vista a la industria alimentaria, ya que esta muchas veces recomienda el consumo de unos productos u otros. Pero no lo hacen porque son muy buenas y quieren lo mejor para nosotros, sino que lo hacen según sus intereses.

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