El paseo de Canalejas de Santander consigue por fin iniciar la obra de las ansiadas rampas mecánicas aunque, por el momento está costando atravesar la zona
Llegan las elecciones y con ello las acciones. En noviembre de 2022, comenzaba en Canalejas la obra más esperada y ansiada por todos los vecinos de la zona; las rampas mecánicas.
Después de tantos años subiendo la misma cuesta, para llegar a casa, llega un punto en el que la subes inconscientemente. Pero no todo el mundo está acostumbrado, por lo que poca gente quiere animarse a subirla y acercarse a ti. En definitiva, como los vecinos de Canalejas aseguran “es una mejora que nos beneficia para subir esta pedazo de cuesta”.
Como todo en la vida, hay formas y formas de hacer las cosas y de llevarlas a cabo. A día de hoy bajar o subir la calle es todo un reto, no sabes si ir por la izquierda, por la derecha o directamente por la carretera como te obligan a hacer en el último tramo.
En este mismo, han habilitado un paso de cebra que te lleva a mitad de la calzada, por donde los coches pueden circular, aunque no siempre. Algunos de los vecinos de la zona están de acuerdo en que, “está todo muy mal señalizado, no sabes muy bien por donde ir y acabas en la carretera sin darte cuenta”
Hace cosa de un mes llegó un nuevo añadido a la obra de las rampas, se pone en marcha la obra del museo MUPAC, en Puertochico, justo al inicio de la cuesta. Cabe agradecer que para acceder a la calle Canalejas contamos con más de una opción; si esto no fuera así dudo que pudiéramos llegar a casa. Pues con esta nueva obra se ha cortado otra de las subidas tanto peatonal como para los coches.
En coche
Si subir andando es un reto, en coche es un caso aparte. Desde que las obras están activas he conseguido que no se me vuelva a calar el coche en más cuestas. No solo es cosa de las obras, que tardes varios minutos en subir una cuesta de 300 metros, a estas se añade la gran idea de aparcar en doble fila a la puerta del colegio y a todo lo largo de la cuesta, incluso llevando a cabo complicadas maniobras para recoger a los niños.
Mientras tanto al lado contrario, a mano izquierda, se va aproximando una excavadora con una pala que se tambalea peligrosamente sobre el capó de mi coche, o lo mismo hay un hoyo o unas vallas. A su vez, por el medio van cruzando un montón de niños y niñas a los que ni siquiera alcanzas a ver.
Tras lograr alcanzar el final de la cuesta, es solo el inicio del verdadero reto; aparcar. Debido a las obras, se han deshabilitado casi todos los aparcamientos de la cuesta, por lo que se han reducido mucho los sitios en una calle donde ya de por si escaseaban.